Artículo de Pueblo y Nación
Santiago, Chile, 21 de Octubre (Pueblo y Nación es una revista de musica)
Después de viajando mas que seis años por tiempo completo como una música independiente y tocando sobre 600 conciertos a través de los Estados Unidos (con pocas visitas a América Latina y Europa), soy interesada menos en lo que puedo alcanzar sola y más interesada en lo que puede suceder con otras personas. Soy interesada específicamente en explorando la amistad por medio de la colaboración internacional porque yo mi misma he sido transformada encontrando la esperanza en lugares y personas diferentes. En esta vez de división y guerra, donde personas llegan agarradas en el fuego cruzado de la política, nuestra conexión uno al otro puede ser un catalizador para la restauración y la comunidad. Entiendo que algunas personas ven a la música solomente como otro pedazo de un mundo formado alrededor de compras y venta. Pero donde las corrientes de pensamiento social y la política nos dividen rápido y duro, la música es uno de los pocos vehículos del compromiso donde tendemos a escuchar un rato, incluso si nosotros no convengamos.
El 12 de octubre, yo tocé mi primer concierto en Chile al Café del Teatro en Santiago. Estaba nerviosa como si este encuentro me diga si el país entero me recibira como una artista, o no. Tocoleé para Feliciano, un grupo Chileno increíblemente talentoso con los líricos políticos y las melodías conmovedoras que mueven a veces como un baile hermoso y en otros tiempos como el marzo perseverando de una gente herrida. El tocador del bajo que toca con Feliciano esa noche me explico que Feliciano es del sur de Chile donde las luchas de las personas indígenas son una parte de la cultura y los cuentos fluyen fuera de sus canciones.
Escribo también acerca de las luchas de personas en comunidades marginadas, pero espero comprometer a personas por los cuentos de personas que nosotros quizás encontremos la esperanza suficiente fuerte para levantarnos fuera de lugares desesperados. Mi perspectiva y el motivo son quizás diferente de Feliciano pero donde categorías como Chileno y Norteamericano nos podría haber dividido en las corrientes de la política y la cultura, yo fui dado la bienvenida y fui abrazado fluyendo por la corriente de la música y la creatividad. Verdaderamente, fui tocada profundamente también por el voz de mi amigo nuevo y la profundidad que él pareció cuidar de las personas que él había vivido al costado de su vida entera.
Viajé por Bolivia en 2000 y 2003 y encontré que el idioma de los jóvenes era la música y el arte mucho como en la Norteamérica. Sin embargo, la expresión era completamente diferente; los sonidos eran diferentes; la perspectiva era diferente. En mis visitas yo aprendí acerca de las luchas contra de la pobreza y las vidas de ninos en los orfanatos y las carceles donde yo toque. Llegué a ser muy enferma con la fiebre tifoidea en la selva donde miles viven sin agua limpia diaria. Las personas yo encontré y nuestra experiencia compartida llegó a ser parte de mi propia expresión mientras yo escribí mis canciones. Además de palabras y cuentos, yo empecé integrando un zamponia en las presentaciones y para personas que no tuvieron la oportunidad de primera mano para viajar y conocer a mis amigos Bolivianos, la música llegó a ser un puente en un lugar previamente desconocido. Cosas desconocidas pueden producir fácilmente el temor entre personas quebrantadas pero nuestra conexión es un mueve contra las huelgas devastadoras del juicio. Integrar un zamponia y escribiendo unas pocas canciones son distante de la colaboración repleta, pero me hizo sueño un poco más profundo. Las corrientes de la política y la religión son rápidas y volátiles, pero en la música que encuentra algo diferente. La colaboración es posible y el desacuerdo puede crear una nueva dirección en vez del conflicto. Más que eso, quizas el proceso de colaboración pueden formar las amistades, y esa amistad llega a ser la tierra para otras conversaciones. La música es un vehículo maravilloso para la comunidad.
Mi banda se llama El Proyecto de la Restauración. Creo que fuimos hechos por un Creador amoroso que podemos saber en la persona de Jesús. Y si fuimos cosidos con propósito y dones extraordinarios y perspectives unicas, yo debo creer que todos tenemos las expresiones extraordinarias, individualmente y como comunidades, culturas y naciones. Sigo a Jesús y parte de la manera que le conozco es por medio de las personas que él adora. He encontrado que Jesús me une en la tristeza de la violencia de las favelas en Brasil, la pobreza de Filadelfia Urbana, y en la celebración de la familia humana cuando personas se reúnen. Es verdaderamente su persecución de personas que me ha dirigido en todos estos lugares y mi confianza que su esperanza está viva y siendo comunicado en las personas que él adora que me hace escuchar los cuentos de personas por todo el mundo. ¿Qué sera si tenemos una comprensión más grande de este amor que restaura cuando cantamos juntos?
Después de viajando mas que seis años por tiempo completo como una música independiente y tocando sobre 600 conciertos a través de los Estados Unidos (con pocas visitas a América Latina y Europa), soy interesada menos en lo que puedo alcanzar sola y más interesada en lo que puede suceder con otras personas. Soy interesada específicamente en explorando la amistad por medio de la colaboración internacional porque yo mi misma he sido transformada encontrando la esperanza en lugares y personas diferentes. En esta vez de división y guerra, donde personas llegan agarradas en el fuego cruzado de la política, nuestra conexión uno al otro puede ser un catalizador para la restauración y la comunidad. Entiendo que algunas personas ven a la música solomente como otro pedazo de un mundo formado alrededor de compras y venta. Pero donde las corrientes de pensamiento social y la política nos dividen rápido y duro, la música es uno de los pocos vehículos del compromiso donde tendemos a escuchar un rato, incluso si nosotros no convengamos.
El 12 de octubre, yo tocé mi primer concierto en Chile al Café del Teatro en Santiago. Estaba nerviosa como si este encuentro me diga si el país entero me recibira como una artista, o no. Tocoleé para Feliciano, un grupo Chileno increíblemente talentoso con los líricos políticos y las melodías conmovedoras que mueven a veces como un baile hermoso y en otros tiempos como el marzo perseverando de una gente herrida. El tocador del bajo que toca con Feliciano esa noche me explico que Feliciano es del sur de Chile donde las luchas de las personas indígenas son una parte de la cultura y los cuentos fluyen fuera de sus canciones.
Escribo también acerca de las luchas de personas en comunidades marginadas, pero espero comprometer a personas por los cuentos de personas que nosotros quizás encontremos la esperanza suficiente fuerte para levantarnos fuera de lugares desesperados. Mi perspectiva y el motivo son quizás diferente de Feliciano pero donde categorías como Chileno y Norteamericano nos podría haber dividido en las corrientes de la política y la cultura, yo fui dado la bienvenida y fui abrazado fluyendo por la corriente de la música y la creatividad. Verdaderamente, fui tocada profundamente también por el voz de mi amigo nuevo y la profundidad que él pareció cuidar de las personas que él había vivido al costado de su vida entera.
Viajé por Bolivia en 2000 y 2003 y encontré que el idioma de los jóvenes era la música y el arte mucho como en la Norteamérica. Sin embargo, la expresión era completamente diferente; los sonidos eran diferentes; la perspectiva era diferente. En mis visitas yo aprendí acerca de las luchas contra de la pobreza y las vidas de ninos en los orfanatos y las carceles donde yo toque. Llegué a ser muy enferma con la fiebre tifoidea en la selva donde miles viven sin agua limpia diaria. Las personas yo encontré y nuestra experiencia compartida llegó a ser parte de mi propia expresión mientras yo escribí mis canciones. Además de palabras y cuentos, yo empecé integrando un zamponia en las presentaciones y para personas que no tuvieron la oportunidad de primera mano para viajar y conocer a mis amigos Bolivianos, la música llegó a ser un puente en un lugar previamente desconocido. Cosas desconocidas pueden producir fácilmente el temor entre personas quebrantadas pero nuestra conexión es un mueve contra las huelgas devastadoras del juicio. Integrar un zamponia y escribiendo unas pocas canciones son distante de la colaboración repleta, pero me hizo sueño un poco más profundo. Las corrientes de la política y la religión son rápidas y volátiles, pero en la música que encuentra algo diferente. La colaboración es posible y el desacuerdo puede crear una nueva dirección en vez del conflicto. Más que eso, quizas el proceso de colaboración pueden formar las amistades, y esa amistad llega a ser la tierra para otras conversaciones. La música es un vehículo maravilloso para la comunidad.
Mi banda se llama El Proyecto de la Restauración. Creo que fuimos hechos por un Creador amoroso que podemos saber en la persona de Jesús. Y si fuimos cosidos con propósito y dones extraordinarios y perspectives unicas, yo debo creer que todos tenemos las expresiones extraordinarias, individualmente y como comunidades, culturas y naciones. Sigo a Jesús y parte de la manera que le conozco es por medio de las personas que él adora. He encontrado que Jesús me une en la tristeza de la violencia de las favelas en Brasil, la pobreza de Filadelfia Urbana, y en la celebración de la familia humana cuando personas se reúnen. Es verdaderamente su persecución de personas que me ha dirigido en todos estos lugares y mi confianza que su esperanza está viva y siendo comunicado en las personas que él adora que me hace escuchar los cuentos de personas por todo el mundo. ¿Qué sera si tenemos una comprensión más grande de este amor que restaura cuando cantamos juntos?
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